Arqueología
gastronómica local

La Arqueología gastronómica representa toda mi forma de trabajar durante todos estos años. Un periodista definió con estos términos mi trabajo y mi camino en la búsqueda de la recuperación del recetario tradicional original.

Día a día busco en cuadernillos de recetas que encuentro en los rastros, libros descatalogados, y documentos de etnología, antropología y culturales, aquello que pueda aportar información sobre cómo comían nuestros antepasados conectados miméticamente y en actitud fraterna con el paisaje. En mi trabajo de búsqueda he recorrido en un trabajo de campo monasterios de clausura, casas señoriales y cocinas populares para encontrar información oral que me corroborara la certeza de mis hallazgos. Este camino puede parecer una involución y lo es, pero es una involución positiva para reencontrar un camino perdido en un contexto determinado. En un contexto como las Baleares, dónde se produjo una gran desconexión con nuestra propia geografía a partir del boom turístico, que dañó enormemente nuestro patrimonio gastronómico, he creído del todo necesario reconocer en estas recetas perdidas o escondidas la presencia de nuestro territorio, y exponerlas en el mostrador del Fornet de la Soca con la dignidad que corresponde a tan preciado bien cultural. Digamos que lo que facilita nuestro concepto es esta reconciliación con el paisaje y con nuestra historia que aporta creatividad a recetas originales desde una base cultural y no desde una base folclórica, comercial y vendida a los depredadores culturales .

La comprensión de los sabores y la puesta en valor de los productos de variedades autóctonas, me lleva a comprar en lo posible directamente a los productores aquellos productos que nos representan y que significan los sabores ancestrales. Las harinas de trigos antiguos de Mallorca son las bases de nuestros panes y nuestra forma de elaborar el pan significa revitalizar una forma de hacer que tiene en cuenta la lentitud de la fermentación y la bondad del proceso.
La comprensión de las formas de alimentarse de nuestros antepasados judíos, musulmanes, cristianos y de otras culturas facilita la comprensión de nuestra forma de comer en el presente y sienta las bases para el futuro. Lejos de la tecnificación fría de la comida realza espacios en la mesa de respeto, autenticidad, hospitalidad, lazos de amistad y fraternidad entre los comensales . De esta forma conseguimos disfrutar de la comida como un momento de felicidad que regenera nuestro instinto de vida.